viernes, 12 de octubre de 2012

Colón, el hombre más disputado de la historia

Los libros de historia dicen de Colón que nació en algún lugar cercano a Génova en 1451… aunque también dicen que fue judío aragonés, o gallego, o mallorquín, o manchego. Para mayor confusión, en las últimas décadas se han publicado libros que lo hacen mujer. Resulta paradójico que sepamos tan poco de un personaje tan relevante. Varias regiones españolas se disputan hoy día su origen. Lo único que sabemos a ciencia cierta es que navegaba desde los 18 años, que conocía el Atlántico desde Islandia a Guinea y que naufragó en Portugal en 1476, donde, por lo menos, se casó una vez y tuvo una imprecisa descendencia.

Por Josep Guijarro


Estatua de Colón en Santo Domingo, junto a la primera catedral de América

Colombo, Colón, Colom y Colonne son algunos de los apellidos asociados al descubridor de América. Desde hace más de 500 años, han surgido diversas teorías que le hacen natural de Génova, Savona, Milán, Córcega, Galicia, Portugal, Castilla, Grecia y hasta de Noruega. También se disputan la cuna de Cristóbal Colón diversos lugares de Cataluña, Mallorca e, incluso, Ibiza. Es decir, el genial navegante es el hombre más disputado de la historia. Sin embargo, solamente pudo nacer en un lugar. ¿Cuál fue? Es todavía un misterio aunque puede que pronto podamos establecer con rotundidad su origen.
El 17 de septiembre de 2003 se exhumaron en Sevilla los restos de Diego, el hermano del descubridor que permanecían en las instalaciones de la fábrica sevillana de La Cartuja-Pickmann. Aunque parece que los huesos de Diego de Colón están muy deteriorados, los investigadores quieren comparar su ADN nuclear con los del descubridor y los de su hijo, Hernando Colón, enterrados en la catedral sevillana. La capital hispalense compite con el famoso Faro de Colón en Santo Domingo, República Dominicana, en lo que a la última morada del descubridor se refiere.
Faro de Colón donde presuntamente se hallan los restos del descubridor

Las pruebas permitirán determinar con precisión cuál es el verdadero Colón, confirmarán si el almirante era hijo bastardo del Príncipe de Viana y también aclararán de una vez por todas si su origen era portugués, mallorquín, catalán o gallego y no Genovés como sostiene su biografía oficial.
Pero no es fácil. En opinión del doctor Ángel Carracedo responsable de los análisis del material genético de la familia Colón, es muy difícil encontrar muestras válidas de ADN nuclear en restos humanos tan antiguos. Si queda algo de este tipo de ADN en las muestras, se les practicará la prueba del cromosoma Y, que se transmite del padre a los hijos varones y cuyo análisis será determinante en este caso, ya que deberá ser el mismo que el de su hermano Diego y el de su hijo Hernando.
El equipo del Instituto de Medicina Legal de Santiago de Compostela que se encargará de la evaluación tiene previsto aplicar otras técnicas en el supuesto que el ADN nuclear esté deteriorado y aclarar así el misterio de su procedencia.

¿Conspiración de estado?
Pero poco importa. La figura del descubridor y la trascendencia de su proeza han motivado que sean muchos los países que han reunido, a lo largo de años, las más variopintas pruebas e indicios para reclamar ser la patria del navegante y, en consecuencia, la nación donde se le honore.
Dentro de España, incluso, hay intereses para reclamar su procedencia. Algunos hablan que fue castellano, otros que gallego y, por último, los que creen que fue catalán o mallorquín.
Estos últimos, además, denuncian una verdadera conspiración de estado. Recientemente se estrenaba en los cines Verdi Park de Barcelona el largometraje L’apropiació de la descoberta d’Amèrica: una conspiració d’estat? (La apropiación del Descubrimiento: ¿una conspiración de estado?) basado en la investigación del historiador y filólogo Jordi Bilbeny. El film argumenta que la confusión sobre la nacionalidad del descubridor es debida al esfuerzo sistemático de la monarquía de Castilla para manipular la historia. “Desde los tiempos de Fernando el Católico –dice Bilbeny- se instó a los censores a manipular y ocultar los documentos sobre el descubrimiento con el propósito de que la corona castellana se apropiara de toda la riqueza y beneficios que generaron las nuevas tierras”.
Bilbeny basa su suposición en dos reales células del 21 de septiembre y 9 de octubre de 1556 en las que se prohíbe explícitamente la impresión de libros que traten de América sin licencia especial del Consejo del Reino y se ordena a los oficiales reales de los puertos americanos que reconozcan e identifiquen los libros llegados en los barcos para que no dejen pasar ninguno.
Curiosamente Bartolomé de las Casas establece en sus voluntades las primeras medidas para la salvaguarda de su obra Historia General de las Indias extendiendo un documento en el que legaba el manuscrito de esta obra a una orden religiosa y expresaba su deseo de que no fuera publicada hasta pasados cuarenta años de su muerte.
No fue respetada. Cinco años después de ser enterrado y amparándose en la real orden del 3 de noviembre de 1571 el manuscrito original fue transportado a Madrid y puesto bajo custodia del censor del Consejo de Indias, Juan López de Velasco.
Éste era un hombre de Estado para el que primaba el interés del país sobre la conveniencia de hacer pública la verdad –declara Bilbeny- la muestra más clara de la censura que sufrió el manuscrito es la gran cantidad de retoques, añadidos y contradicciones en la Historia General de las Indias. Algo que ha sido mencionado por un sinfín de historiadores de relieve internacional”.

Los motivos
Para Bilbeny es evidente por motivos que a continuación explicaremos que el descubridor era catalán pero, entonces, ¿qué motivos podía tener la monarquía española en arrebatarle el mérito a un súbdito?
Bilbeny es extraordinariamente explícito. “Tenía diversos motivos políticos –asegura-. Sobretodo porque durante unos 85 años la corona estuvo pleiteando con la familia Colom para arrebatarle las concesiones que le habían hecho al descubridor. Como querían quitarse a la familia de en medio, introdujeron diversos argumentos para anular el famoso contrato entre el rey Fernando y Colom a través del cual se otorgaban los títulos, las tierras y los beneficios al descubridor”.
Según el historiador ésto, a lo largo de los pleitos, presenta muchas caras: Colón y Yañez Pinzón pactaron al 50% el descubrimiento. Como los descendientes de Pinzón cedieron las tierras a la Corona automáticamente se le arrebata el 50% al descubridor. Otro argumento es que Colón pactó descubrir unas tierras a través de su ciencia náutica pero hay toda una serie de personajes que exponen en los pleitos que halló las tierras por puro azar ¿por qué se las tenían que dar entonces? Y, finalmente, si Colón era Genovés, la corona no podía otorgarle los títulos de Virrey, Almirante y Gobernador general por ser extranjero. En otras palabras, los motivos eran meramente económicos y políticos.

Un retrato de Colón en Sato. Domingo
Un descubridor catalán
Desde el último tercio del siglo XVIII surge en Cataluña un interés vivo y considerable por la personalidad, la vida y la obra de Cristóbal colon y su relación con la Corona de Aragón. Pere Serra i Postius afirmó entonces que el apellido era catalán. Carreras i Candi lo identificó con un corsario Colom mencionado en un aviso en las consolas de mar de los puertos catalanes del 1473. Un peruano, Luis Ulloa, lo emparentó en 1927 con Juan Baptista Colom i Montrós (o Torroja) un catalán del Principado que luchó contra Juan II y se cambió el nombre por Cristòfor (Cristóbal en castellano).
Según estas tesis, entonces, el verdadero apellido del descubridor del Nuevo Mundo era Colom y no Colón como se dice en las Capitulaciones de Santa Fe de abril de 1492. Así lo atestigua el historiador Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés (1478-1557) en Historia general y natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, obra que fue publicada por la Real Academia de la Historia de España en el año 1851. Gonzalo Fernández de Oviedo, que en toda su obra escribe Colom al referirse al navegante, a sus hermanos, hijos y demás familia, nos informa que conoció al hombre que pactó con los Reyes Católicos durante el sitio de Granada, que lo vio llegar a Barcelona al regreso del primer viaje y, por añadidura, fue paje en la corte real al mismo tiempo que Diego Colom, hijo primogénito del Almirante. Oviedo tenía razones muy poderosas para escribir que el linaje del descubridor y su familia era Colom, porque le conoció personalmente a él y a su entorno familiar.
Puesto que el apellido Colom es originario de las tierras que formaban la Confederación Catalano-Aragonesa, es justo pensar que la familia del descubridor era natural de alguno de sus territorios: Cataluña, Valencia o Baleares.

¿Desde dónde zarpó?
Bilbeny va todavía más lejos. Ha tratado de demostrar que Colom no zarpó de Palos de Moguer como asegura la historia oficial sino de Pals en l’Empordà.
Las referencias históricas son muy confusas en este punto. Hay cronistas que le hacen zarpar de Cádiz otros, como Bartolomé de las Casas, comentan que “salió del río que se llama Saltes, porque es así como se llama aquél río de Palos”. Pues bien, Saltes era ya, entonces y, desde hacía dos siglos, una isla desabitada. Por otra parte, “por más que los documentos hablen de Palos como una fortaleza militar, -añade Bilbeny- la verdad es que nunca lo fue. Hoy en día no se conserva un solo resto arqueológico que lo pueda certificar. Cosa que no ocurre con Pals que aún hoy mantiene todas las trazas de la villa fortificada medieval”.
Pero hay otro aspecto curioso que valida la teoría. Según el filólogo y epigrafista Jordi Teixidó, el conocido mapa del almirante turco Piri Reis -aquel que muestra el perfil de las costas antárticas, con una precisión que no se corresponde a la época en la que fue dibujado, (siglo XVI)- tiene una leyenda escrita en turco en la que el almirante comenta que un amigo suyo capturó a un marino de origen griego que viajó con Colón. Éste asegura que llegaron primero a las columnas de Hércules, accidente geográfico con el que los clásicos denominaban al estrecho de Gibraltar y que obviamente es anterior a Palos. También Alfonso García de Matamoros (1553) expone que “al llegar a Ceuta, habían recorrido 4000 millas”. Sin duda la distancia nada tiene qué ver con Palos pero se aproxima al recorrido desde Pals de l’Empordà.
Otra inquietud que suscita por el mapa de Piri Reis es la fecha del viaje: cita 1485 o, para ser más precisos, el año 890 después de la Héjira; es decir siete años antes de la fecha oficial. Por consiguiente el descubridor estuvo antes en el nuevo continente. “En las Capitulaciones de Santa Fe se alude a este pre-descubrimiento –afirma Teixidó- vienen a decir que financian el viaje para confirmar lo que Colón había encontrado”. Y esto es importante porque “Si Colón en 1485 ya estaba navegando no puede ser el tejedor genovés que la historia oficial nos pretende hacer encajar” -remarca Bilbeny.

Ibiza, ¿patria chica de Colón?
Cristóbal Colom, y aún hoy en día sus descendientes, emplean en su escudo unas armas catalanas no existentes en ninguna otro campo heráldico. Sabemos que el descubridor no tenía como lengua materna el toscano (base del actual italiano) ni el genovés, ni el portugués, ni el castellano, sino el catalán. Así lo dejó escrito el gran filólogo español Ramón Menéndez Pidal en su obra La lengua de Cristóbal Colón.
El hecho de que el descubridor tuviera el catalán como lengua materna no ofrece, sin embargo, una solución respecto a si era natural de allí o, tal vez, de las islas Baleares.
En el archivo histórico de Ibiza, hay referencias a un Bernat Colom, uno de los tres jurados de la isla, que el año 1340 viajó a Perpignan para entrevistarse con el rey Jaume III. Hubo también un Joan Colom que en 1379 tenía el monopolio en Ibiza sobre los derechos de entrada y salida de los cautivos. También está documentado en el Archivo de la Catedral de la isla un Francesc Colom, que en calidad de procurador de la Universitat negoció en 1385 ciertos asuntos en Barcelona con el rey Pere IV.
Los Colom de Ibiza, pues, por su posición política, social y económica debían ser una rama de los Colom que tenían propiedades en el Call judío de Barcelona Y es que el navegante descubridor de América solamente se explica como catalán de nación y de ascendencia judía. Así lo afirma Jorge Vilalta Castellet, miembro del Centro de Estudios Colombinos y autor del libro Una fogata en la noche en el que asegura que debido a la persecución de los reyes Católicos a los judíos, Joan Colom Bertrán (hijo de Francesc Colom y Margarida Bertrán) asumió el pseudónimo de Cristóbal Colom.

El Colón Gallego
Pero las conjuras sobre la nacionalidad del descubridor no terminan aquí.
A finales del siglo XIX, una revolucionaria teoría acaparó las tertulias culturales de Pontevedra. Sostenía que la cuna de Colón no era otra que Galicia. El responsable del revuelo fue un trabajo de Celso García de la Riega titulado Cristóbal Colón, español. Basaba sus suposiciones en ciertos documentos hallados en los archivos de Pontevedra, en los que figuraban una gran cantidad de personas apellidadas Colón y a las que el historiador relacionó con la familia del descubridor.
La historia oficial admite que la finca pontevedresa llamada La Puntada, perteneció a los descendientes del descubridor, concretamente a los Duques de Veragua. A pocos metros, en Porto Santo, Parroquia de San Salvador de Poio, se hallan las ruinas de la denominada "Casa Natal de Cristóbal Colón" o Casa Da Cruz, denominación que recibe por hallarse frente a ella un crucero, en cuya base rezaba "Juan Colón, 1420". La inscripción, sin embargo, ha sido borrada aunque podemos afirmar con precisión que existió gracias que el arqueólogo Luis Gorostola las fotografió en 1917.
El principal valedor de la hipótesis de un descubridor gallego es el Capitán de la Marina Mercante y oriundo de la ciudad de Vigo, Alfonso Philippot Aveledo.
En el transcurso de su vida profesional Philippot visitó numerosos países del área caribeña, y se especializó en la llamada "Ruta de Colón". Su afición por la historia nace a temprana edad, pero hasta 1977 no hace públicos sus trabajos, centrados principalmente en la figura del Descubridor.
Defiendo la teoría de que Colón era gallego –esgrime sin titubeos-. Mis estudios vienen a continuar la línea abierta por los investigadores del siglo XIX, como Celso García de la Riega, que fue uno de los grandes estudiosos defensores de la nacionalidad gallega de Cristóbal Colón. Para mi –dice- estos investigadores son el punto de partida al que yo aporto un punto de vista revolucionario”.
Como Vilalta Castellet, Philippot asegura que Colón empleó un pseudónimo para emprender su empresa. Este veterano marino trata de demostrar que el nombre real del descubridor de América no es otro que Pedro Madruga. Entonces, ¿Quién es el Juan Colón que figuraba en el crucero de Porto Santo?
Juan –explica Philippot-, sería bisnieto del primer Colón establecido en España y en Galicia, hacia 1380 y que desempeñó el cargo de procurador de una cofradía de la ribera, abuelo a su vez de la madre de Cristóbal”.
Pero estos no fueron los únicos Colón que habitaban Porto Santo y Pontevedra. Setenta años antes del descubrimiento el apellido Colón ya se hallaba implantado en Galicia. Cualquier persona puede comprobar los documentos de la época tanto en los archivos del Museo como en las actas parroquiales de la Iglesia de San Bartolomé. Existen decenas de documentos auténticos que prueban la residencia en estos lugares de familias apellidadas Colón, todos ellos relacionados con el mar.
Philippot lleva ya vendidas cuatro ediciones de su libro La identidad de Colón y tras cuarenta años de pesquisas sus conclusiones no han podido ser refutadas. Lo curioso es que mientras para Menendez Pidal la lengua de Colón era el catalán, para el historiador gallego es evidente que lo hacía en una mezcla de gallego y portugués. Y, por si fuera poco, asegura que en el transcurso de sus cuatro viajes, impuso cientos de nombres a las localidades a las que llegó, exclusivos de las Rías Bajas.

Las naves gallegas
Puestos a especular: ¿no llevaban las naves una cruz de Santiago desplegada en sus velas? Y si hilamos más fino: ¿Por qué bautizó Santa María a la nave? ¿No es acaso la patrona de Pontevedra? El historiador Fernández Oviedo escribía en 1535 que "...debeys saber que de Palos principió su camino con tres carabelas. Era capitana ‘La Gallega’, dedicada a Santa María, patrona de Pontevedra..."
¿Por qué había de darle el pseudónimo de “La Gallega”? Posiblemente porque en el arrabal del barrio de La Moureira -la ría que se halla frente a la finca La Puntada-, se halla el astillero donde fue construida la Santa María.
La mítica nave terminó sus días frente a las costas de Haití, en lo que hoy es la bahía de caracol. Corría el 25 de diciembre de 1492. Siete días antes, según refleja el diario de a bordo de Fray Bartolomé de las Casas (1527) "el Almirante luego en amaneciendo, mandó ataviar la nao (nave) de armas y banderas por la fiesta que era este día de Sancta María de la O" El 18 de diciembre, curiosamente, se celebra en Pontevedra la festividad de su patrona oficial, Santa María de la O. ¿Casualidad? Colón nunca bautizó ni un sólo lugar de todos los descubiertos con algún nombre de su supuesta patria genovesa. Existen, sin embargo, más de 100 topónimos que concuerdan con lugares de la costa gallega. Es el caso de los ríos Miño y Xallas, en Jamaica, que tienen sus gemelos en Galicia, el Porto Santo de Cuba que es el nombre de la parroquia donde según la tradición nació el descubridor. Punta Lanzada, en Haití que es, también, el nombre de una ría de la costa norte de Pontevedra, o el más representativo de todos; el Cabo Casa Da Cruz, en la isla de Trinidad y que es, como hemos visto, el nombre de su Casa Natal en Porto Santo.
Después de esta exposición se hace difícil inclinarse con rotundidad acerca de si el almirante fue gallego, catalán o ibicenco. Resulta –a priori- más fácil esperar al ADN para darle la razón a los unos o a los otros.

lunes, 1 de octubre de 2012

Arqueoacústica: Explorando la banda sonora del pasado

Los científicos han detectado unos extraños sonidos que emanan de enclaves arqueológicos prehistóricos así como de algunas fallas y cavidades naturales. Estos sonidos pudieron dar origen a los lugares más sagrados y antiguos de la tierra. En su último libro, Paul Devereux, explora esas ideas para revelar una nueva fotografía del mundo antiguo.

Josep Guijarro

En su libro Stone Age Soundtracks (Banda Sonora de la edad de piedra) Paul Devereux expone una simple pero reveladora idea. Nuestros antepasados diseñaron los monumentos antiguos, tales como el conjunto megalítico de Stonehenge, en Gran Bretaña, para aprovechar sus poderosas propiedades acústicas. Para Devereux esto significa que el hombre de la Edad de piedra poseía importantes conocimientos sobre el sonido y que los empleaba en sus rituales y actos mágicos. “No tenían una cultura visual como nosotros la tenemos ahora, estaba basada en tradiciones orales que fueron olvidadas, costumbres como las que fueron encontradas en el norte de Orkeny y más allá, en la costa sur Inglesa”.
Devereux y un equipo de investigadores realizaron varios experimentos acústicos en lugares como las cuevas funerarias de Waylands Smithy en Berkshire y su búsqueda ofreció resultados inquietantes. “Las cámaras resonaban a una misma frecuencia de 110 hz. –asegura Deveraux- lo que equivale al tono bajo de un barítono”. Lo más sorprendente es observar cómo se comporta el sonido dentro de esas cámaras. “Si creas los sonidos con un tambor fuera de la cueva, andando en medio de un campo, el sonido se percibe cada vez más lejano. Eso no sucede dentro –explica el experto-. En el interior de la cavidad o en una cámara de piedra, la ola de sonido se va, rebota en los muros y regresa en forma de eco. Nosotros sabemos que este es el efecto de las ondas de sonido, pero el hombre prehistórico pensaba que se trataba de un hecho sobrenatural”.
Así lo prueban numerosas leyendas en los registros etnográficos. En nuestra cultura, en la mitología griega, por ejemplo, es familiar el personaje de la ninfa Eco, un personaje que aparece asimismo en pueblos tan alejados entre sí como los indios hopi de Norteamérica o los mayas, que otorgaron a su gran dios Chthonian, el Jaguar, el atributo del eco. También hallamos curiosas correspondencias entre estos mitos y las de los pueblos orientales. La fascinación por el eco, por la doble, triple o, a veces, múltiple repetición del sonido a causa de su reflexión en los obstáculos líticos, explicaría porque los artistas prehistóricos realizaron sus pinturas rupestres en lugares tan recónditos de las cuevas. Este es el caso de Altamira, en Santander cuyos frescos se sitúan en lugares de difícil acceso, en la parte más interior de la cueva, donde la luz es escasa, cuando no inexistente, y que fueron escogidos –seguramente- porque sus artistas quedaron cautivaron por las condiciones acústicas del enclave y las relacionaron con espíritus o entidades sobrenaturales.

También las pirámides
Las tesis de Deveraux han hallado una reciente confirmación. Un equipo de científicos belgas anunció a mediados de diciembre de 2004 que los antiguos mayas construían sus pirámides para que actuasen como resonadores gigantes y producir así ecos extraños y evocativos. Nico Declercq, profesor de la Universidad de Ghent, y sus colegas han demostrado como las ondas de sonido rebotan alrededor de las hileras de escalones de la pirámide El Castillo, en las ruinas Mayas de Chichén Itzá, cerca de Cancún, en México, y son capaces de generar sonidos que representan la mímica del trino de un pájaro y el golpeteo de las gotas de la lluvia.
El efecto de la llamada del pájaro, que se asemeja al gorjeo del quetzal, un ave sagrada dentro de la cultura maya, fue reconocido por primera vez en 1998 por el ingeniero en acústica David Lubman. El ‘gorjeo’ puede hacerse sonar mediante una palmada que, por ejemplo, se produzca en la base de las escaleras.
Declercq quedó impresionado cuando lo escuchó por primera vez en una conferencia sobre acústica celebrada hace tres años en Cancún. Después de la conferencia, él, Lubman y otros asistentes, realizaron un viaje a Chichén Itzá para experimentar por sí mismos el ‘gorjeo’ en El Castillo. “Realmente suena como un pájaro”, aseguró entonces el ingeniero belga.

Conocimiento arcano
Ahora bien. Una cosa es que, a sabiendas de que las cuevas, cañones, desfiladeros, peñascos o precipicios poseen la capacidad de relejar el sonido fueran aprovechados en beneficio propio para ser transformados en lugares sagrados y, otra muy distinta, es crearlos concientemente, lo que implica un notable conocimiento de la arquitectura y de la acústica.
Es admitido que las civilizaciones prehistóricas poseyeron una ciencia de la tierra. Lo demuestra la ubicación de sus menhires, dólmenes y cromlecks, siempre encima de corrientes magnéticas, líneas telúricas o cursos fluviales subterráneos. Pero resulta más complicado probar que aquellos pueblos poseían conocimientos arquitectónicos complejos pese a que resulte confuso todavía explicar cómo trasladaron estas enormes piedras y las levantaron sin ayuda de grúas ni poleas. Entonces: ¿sabían los “arquitectos” de los monumentos megalíticos qué es lo que estaban haciendo? Muchos dólmenes fueron, en realidad, parte de galerías cubiertas que han sido veneradas desde tiempos remotos. Estas galerías resuenan igualmente en los 110 hz. propuestos por Deveraux, es decir, que producen el eco mágico “sobrenatural”. Aprendiendo a escuchar con oídos prehistóricos podría parecer que la clave en el campo de la arqueología acústica consiste en interpretar el sonido de la naturaleza. Según Deveraux, “cuando escuchas una cascada, sabemos que eso es lo que llamamos un sonido rosa, pero ellos escuchaban las voces de los espíritus, la entradas del ultra mundo” La caída del sonido de esa cascada pudo tener un impacto grande en los oyentes prehistóricos, interpretada en clave mística.
Esto parece demostrar que los antiguos tenían una forma radicalmente diferente de entender su entorno. Que tenían un conocimiento sofisticado de los movimientos de las estrellas y es demostrable por las construcciones de las líneas de los círculos de piedras, y aparente de los monumentos megalíticos que dan a entender que vivían en sociedades bien establecidas. Sin embargo, mientras que nosotros hacemos distinciones entre religión, ciencia, arte y mito ellos combinaron esos elementos en una cosmología acompasadas. En el pasaje Newgrange en Irlanda, los constructores orientaron el pasaje central en el solsticio de invierno. El 21 de diciembre, todos los años, un rayo de luz pasa iluminando el pasaje como si fuera un láser prehistórico.
Esta combinación de destreza constructora y detallada conciencia de astronomía, crea lo que Devereux describe como un tipo de “showman sagrado”. “Todo gran ritual o evento ceremonial es un evento teatral. Es no-intelectual, es visceral y es directo. El error que los astro arqueólogos como Alexander Thom hacen es pensar que los círculos de piedras son simples observatorios astronómicos recientes.” Para Devereux ellos representan una manifestación sobreactuada de la cosmogonía hecha teatro.

Obras intencionadas
¿Erigieron los mayas su pirámide, conscientes de que su arquitectura reproduciría fielmente los sonidos de su naturaleza sagrada?
Hay disparidad de opiniones. Mientras los cálculos de Declercq muestran evidencias de que la pirámide fue construida para producir sonidos sorprendentes, sus arquitectos, probablemente, jamás pudieron predecir con exactitud a qué sonidos iban a asemejarse. Lubman, por su parte, estaba convencido en un principio que los constructores de la pirámide crearon intencionadamente el efecto del trino del ave. Pero después de conocer los estudios de esto puede ser Declercq y sus colegas caben otras posibilidades. Su análisis respecto de la acústica de la pirámide muestra que el sonido preciso causado por los ecos depende del sonido que los produce. De este modo, por ejemplo, los tambores, podrían producir un tipo de resonancia muy diferente al deseado. ¿Casualidad entonces?

Nuevos retos
Es del todo imposible probar que cualquier efecto acústico guarda una intencionalidad. No hay base documental para ello. Estamos frente a un reto empírico. Los investigadores tienen esperanzas de que otros realicen experimentos in situ de la acústica del Castillo para ver los efectos que producen otras fuentes. De hecho, Declercq escuchó una de estas variaciones durante un viaje a Chichén-Itzá en el 2002. A medida que otros visitantes subían los escalones de la pirámide de 24 metros de alto, él notó murmullos, como ecos, que parecían sonar justo como cuando la lluvia cae en un cubo de agua.
Declercq se pregunta si fue más bien esto último y no lo del llamado quetzal lo que quiso inmortalizar el diseño acústico de la pirámide. El dios de la lluvia, al fin y al cabo, jugaba un papel muy importante en la agricultura maya. Pero esto último son elucubraciones, no interpretaciones basadas en hechos.
El equipo de Declercq ha demostrado que la altura y el espacio entre los escalones de la pirámide crean un filtro acústico que enfatiza algunas frecuencias de sonido mientras que suprime otras. Pero unos cálculos más detallados de la acústica nos muestran que el eco también se ve influenciado por otros factores más complejos como puede ser la mezcla de frecuencias de la fuente del sonido.
En cualquier caso la pirámide del castillo no es una excepción. Deveraux ha encontrado evidencias anteriores en monumentos megalíticos desde Avebury, Carnac, en la Bretaña Francesa o Stonehenge. Tambien en Kataragama, en Sri Lanka, una palmada realizada en una escalera que conduce hacia el río Menik Ganga produce una respuesta acústica, un eco, que se asemeja al “cuac” de los patos.
A sus hallazgos cabe sumar ahora las del investigador norteamericano, Steven J. Waller, quien visitando unas cuevas neolíticas en Francia estableció una conexión entre los ecos y el arte prehistórico. En su opinión esta conexión explica satisfactoriamente el porqué del arte rupestre, los extraños lugares donde se encuentra y la desconcertante temática elegida por sus artistas. En muchos de estos enclaves el eco es tan claro que se puede hacer hablar a los seres pintados en ellos. ¿Sería este el fin último de estas cavernas? ¿Una suerte de oráculo o lugar sagrado? Por el momento sólo podemos imaginarlo aunque se avanza a pasos agigantados.

Falta de reconocimiento 
El investigador norteamericano Steven Waller ha explorado más de 150 centros arqueológicos de todo el mundo en busca de ecos prehistóricos y llega a una revolucionaria conclusión: Las cuevas y cañones habrían sido considerados sagrados en función de sus propiedades acústicas y fueron éstas las que inspiraron la decoración y las imágenes rupestres. En Estados Unidos, por ejemplo, en el denominado Horseshoe Canyon, encontró que los cinco enclaves con pinturas rupestres mantenían una estrecha correlación con cinco sonidos distintos que producía el cañón. A pesar de todo la ciencia se mantiene cauta y la arqueoacústica sigue sin ser reconocida por arqueólogos y gobiernos. Muchos de estos lugares, además, están perdiendo sin remedio sus efectos sonoros a causa de la erosión, el vandalismo y las infraestructuras turísticas que, en algunos casos, se erigen alrededor y transforman el paisaje. Un lamentable ejemplo es la cueva prehistórica de Rouffignac, en Francia, donde la instalación de un tren para pasear a turistas ha alterado las propiedades acústicas del enclave. Resulta difícil, pues, hacerse una idea de qué podía sentir el hombre de la Edad de Piedra en su interior cuando creía que aquellos sonidos procedían de un mundo sobrenatural.