lunes, 1 de octubre de 2012

Arqueoacústica: Explorando la banda sonora del pasado

Los científicos han detectado unos extraños sonidos que emanan de enclaves arqueológicos prehistóricos así como de algunas fallas y cavidades naturales. Estos sonidos pudieron dar origen a los lugares más sagrados y antiguos de la tierra. En su último libro, Paul Devereux, explora esas ideas para revelar una nueva fotografía del mundo antiguo.

Josep Guijarro

En su libro Stone Age Soundtracks (Banda Sonora de la edad de piedra) Paul Devereux expone una simple pero reveladora idea. Nuestros antepasados diseñaron los monumentos antiguos, tales como el conjunto megalítico de Stonehenge, en Gran Bretaña, para aprovechar sus poderosas propiedades acústicas. Para Devereux esto significa que el hombre de la Edad de piedra poseía importantes conocimientos sobre el sonido y que los empleaba en sus rituales y actos mágicos. “No tenían una cultura visual como nosotros la tenemos ahora, estaba basada en tradiciones orales que fueron olvidadas, costumbres como las que fueron encontradas en el norte de Orkeny y más allá, en la costa sur Inglesa”.
Devereux y un equipo de investigadores realizaron varios experimentos acústicos en lugares como las cuevas funerarias de Waylands Smithy en Berkshire y su búsqueda ofreció resultados inquietantes. “Las cámaras resonaban a una misma frecuencia de 110 hz. –asegura Deveraux- lo que equivale al tono bajo de un barítono”. Lo más sorprendente es observar cómo se comporta el sonido dentro de esas cámaras. “Si creas los sonidos con un tambor fuera de la cueva, andando en medio de un campo, el sonido se percibe cada vez más lejano. Eso no sucede dentro –explica el experto-. En el interior de la cavidad o en una cámara de piedra, la ola de sonido se va, rebota en los muros y regresa en forma de eco. Nosotros sabemos que este es el efecto de las ondas de sonido, pero el hombre prehistórico pensaba que se trataba de un hecho sobrenatural”.
Así lo prueban numerosas leyendas en los registros etnográficos. En nuestra cultura, en la mitología griega, por ejemplo, es familiar el personaje de la ninfa Eco, un personaje que aparece asimismo en pueblos tan alejados entre sí como los indios hopi de Norteamérica o los mayas, que otorgaron a su gran dios Chthonian, el Jaguar, el atributo del eco. También hallamos curiosas correspondencias entre estos mitos y las de los pueblos orientales. La fascinación por el eco, por la doble, triple o, a veces, múltiple repetición del sonido a causa de su reflexión en los obstáculos líticos, explicaría porque los artistas prehistóricos realizaron sus pinturas rupestres en lugares tan recónditos de las cuevas. Este es el caso de Altamira, en Santander cuyos frescos se sitúan en lugares de difícil acceso, en la parte más interior de la cueva, donde la luz es escasa, cuando no inexistente, y que fueron escogidos –seguramente- porque sus artistas quedaron cautivaron por las condiciones acústicas del enclave y las relacionaron con espíritus o entidades sobrenaturales.

También las pirámides
Las tesis de Deveraux han hallado una reciente confirmación. Un equipo de científicos belgas anunció a mediados de diciembre de 2004 que los antiguos mayas construían sus pirámides para que actuasen como resonadores gigantes y producir así ecos extraños y evocativos. Nico Declercq, profesor de la Universidad de Ghent, y sus colegas han demostrado como las ondas de sonido rebotan alrededor de las hileras de escalones de la pirámide El Castillo, en las ruinas Mayas de Chichén Itzá, cerca de Cancún, en México, y son capaces de generar sonidos que representan la mímica del trino de un pájaro y el golpeteo de las gotas de la lluvia.
El efecto de la llamada del pájaro, que se asemeja al gorjeo del quetzal, un ave sagrada dentro de la cultura maya, fue reconocido por primera vez en 1998 por el ingeniero en acústica David Lubman. El ‘gorjeo’ puede hacerse sonar mediante una palmada que, por ejemplo, se produzca en la base de las escaleras.
Declercq quedó impresionado cuando lo escuchó por primera vez en una conferencia sobre acústica celebrada hace tres años en Cancún. Después de la conferencia, él, Lubman y otros asistentes, realizaron un viaje a Chichén Itzá para experimentar por sí mismos el ‘gorjeo’ en El Castillo. “Realmente suena como un pájaro”, aseguró entonces el ingeniero belga.

Conocimiento arcano
Ahora bien. Una cosa es que, a sabiendas de que las cuevas, cañones, desfiladeros, peñascos o precipicios poseen la capacidad de relejar el sonido fueran aprovechados en beneficio propio para ser transformados en lugares sagrados y, otra muy distinta, es crearlos concientemente, lo que implica un notable conocimiento de la arquitectura y de la acústica.
Es admitido que las civilizaciones prehistóricas poseyeron una ciencia de la tierra. Lo demuestra la ubicación de sus menhires, dólmenes y cromlecks, siempre encima de corrientes magnéticas, líneas telúricas o cursos fluviales subterráneos. Pero resulta más complicado probar que aquellos pueblos poseían conocimientos arquitectónicos complejos pese a que resulte confuso todavía explicar cómo trasladaron estas enormes piedras y las levantaron sin ayuda de grúas ni poleas. Entonces: ¿sabían los “arquitectos” de los monumentos megalíticos qué es lo que estaban haciendo? Muchos dólmenes fueron, en realidad, parte de galerías cubiertas que han sido veneradas desde tiempos remotos. Estas galerías resuenan igualmente en los 110 hz. propuestos por Deveraux, es decir, que producen el eco mágico “sobrenatural”. Aprendiendo a escuchar con oídos prehistóricos podría parecer que la clave en el campo de la arqueología acústica consiste en interpretar el sonido de la naturaleza. Según Deveraux, “cuando escuchas una cascada, sabemos que eso es lo que llamamos un sonido rosa, pero ellos escuchaban las voces de los espíritus, la entradas del ultra mundo” La caída del sonido de esa cascada pudo tener un impacto grande en los oyentes prehistóricos, interpretada en clave mística.
Esto parece demostrar que los antiguos tenían una forma radicalmente diferente de entender su entorno. Que tenían un conocimiento sofisticado de los movimientos de las estrellas y es demostrable por las construcciones de las líneas de los círculos de piedras, y aparente de los monumentos megalíticos que dan a entender que vivían en sociedades bien establecidas. Sin embargo, mientras que nosotros hacemos distinciones entre religión, ciencia, arte y mito ellos combinaron esos elementos en una cosmología acompasadas. En el pasaje Newgrange en Irlanda, los constructores orientaron el pasaje central en el solsticio de invierno. El 21 de diciembre, todos los años, un rayo de luz pasa iluminando el pasaje como si fuera un láser prehistórico.
Esta combinación de destreza constructora y detallada conciencia de astronomía, crea lo que Devereux describe como un tipo de “showman sagrado”. “Todo gran ritual o evento ceremonial es un evento teatral. Es no-intelectual, es visceral y es directo. El error que los astro arqueólogos como Alexander Thom hacen es pensar que los círculos de piedras son simples observatorios astronómicos recientes.” Para Devereux ellos representan una manifestación sobreactuada de la cosmogonía hecha teatro.

Obras intencionadas
¿Erigieron los mayas su pirámide, conscientes de que su arquitectura reproduciría fielmente los sonidos de su naturaleza sagrada?
Hay disparidad de opiniones. Mientras los cálculos de Declercq muestran evidencias de que la pirámide fue construida para producir sonidos sorprendentes, sus arquitectos, probablemente, jamás pudieron predecir con exactitud a qué sonidos iban a asemejarse. Lubman, por su parte, estaba convencido en un principio que los constructores de la pirámide crearon intencionadamente el efecto del trino del ave. Pero después de conocer los estudios de esto puede ser Declercq y sus colegas caben otras posibilidades. Su análisis respecto de la acústica de la pirámide muestra que el sonido preciso causado por los ecos depende del sonido que los produce. De este modo, por ejemplo, los tambores, podrían producir un tipo de resonancia muy diferente al deseado. ¿Casualidad entonces?

Nuevos retos
Es del todo imposible probar que cualquier efecto acústico guarda una intencionalidad. No hay base documental para ello. Estamos frente a un reto empírico. Los investigadores tienen esperanzas de que otros realicen experimentos in situ de la acústica del Castillo para ver los efectos que producen otras fuentes. De hecho, Declercq escuchó una de estas variaciones durante un viaje a Chichén-Itzá en el 2002. A medida que otros visitantes subían los escalones de la pirámide de 24 metros de alto, él notó murmullos, como ecos, que parecían sonar justo como cuando la lluvia cae en un cubo de agua.
Declercq se pregunta si fue más bien esto último y no lo del llamado quetzal lo que quiso inmortalizar el diseño acústico de la pirámide. El dios de la lluvia, al fin y al cabo, jugaba un papel muy importante en la agricultura maya. Pero esto último son elucubraciones, no interpretaciones basadas en hechos.
El equipo de Declercq ha demostrado que la altura y el espacio entre los escalones de la pirámide crean un filtro acústico que enfatiza algunas frecuencias de sonido mientras que suprime otras. Pero unos cálculos más detallados de la acústica nos muestran que el eco también se ve influenciado por otros factores más complejos como puede ser la mezcla de frecuencias de la fuente del sonido.
En cualquier caso la pirámide del castillo no es una excepción. Deveraux ha encontrado evidencias anteriores en monumentos megalíticos desde Avebury, Carnac, en la Bretaña Francesa o Stonehenge. Tambien en Kataragama, en Sri Lanka, una palmada realizada en una escalera que conduce hacia el río Menik Ganga produce una respuesta acústica, un eco, que se asemeja al “cuac” de los patos.
A sus hallazgos cabe sumar ahora las del investigador norteamericano, Steven J. Waller, quien visitando unas cuevas neolíticas en Francia estableció una conexión entre los ecos y el arte prehistórico. En su opinión esta conexión explica satisfactoriamente el porqué del arte rupestre, los extraños lugares donde se encuentra y la desconcertante temática elegida por sus artistas. En muchos de estos enclaves el eco es tan claro que se puede hacer hablar a los seres pintados en ellos. ¿Sería este el fin último de estas cavernas? ¿Una suerte de oráculo o lugar sagrado? Por el momento sólo podemos imaginarlo aunque se avanza a pasos agigantados.

Falta de reconocimiento 
El investigador norteamericano Steven Waller ha explorado más de 150 centros arqueológicos de todo el mundo en busca de ecos prehistóricos y llega a una revolucionaria conclusión: Las cuevas y cañones habrían sido considerados sagrados en función de sus propiedades acústicas y fueron éstas las que inspiraron la decoración y las imágenes rupestres. En Estados Unidos, por ejemplo, en el denominado Horseshoe Canyon, encontró que los cinco enclaves con pinturas rupestres mantenían una estrecha correlación con cinco sonidos distintos que producía el cañón. A pesar de todo la ciencia se mantiene cauta y la arqueoacústica sigue sin ser reconocida por arqueólogos y gobiernos. Muchos de estos lugares, además, están perdiendo sin remedio sus efectos sonoros a causa de la erosión, el vandalismo y las infraestructuras turísticas que, en algunos casos, se erigen alrededor y transforman el paisaje. Un lamentable ejemplo es la cueva prehistórica de Rouffignac, en Francia, donde la instalación de un tren para pasear a turistas ha alterado las propiedades acústicas del enclave. Resulta difícil, pues, hacerse una idea de qué podía sentir el hombre de la Edad de Piedra en su interior cuando creía que aquellos sonidos procedían de un mundo sobrenatural.

1 comentario:

  1. De la misma manera que se mide el espacio entre la superficie de la tierra y cualquier punto aéreo, de la misma manera se puede medir dicha superficie y el centro de la tierra. Resultando en común el pensar que dicho espacio es macizo de materia y átono.
    Pero ni es macizo de materia ni es átono; en unos casos es poroso, y en otros hueco. Incluso en el subsuelo tenemos ríos, lagos, mares, que bien pueden se de gases, agua, magma. Por el interior de la tierra fluyen elementos gaseosos y líquidos que producen sonidos. Siendo de todos los sonidos los más notados los de los líquidos y los originados por la fricción de las capas sólidas.
    Y si bien en estos momentos y con la moderna tecnología captamos dichos sonidos, los antiguos inexplicablemente ya los captaron, ya los oyeron. Siendo un hecho inexplicable el que los supieran distinguir en cuanto a su realidad (Fosera) o (Selera). Realidad negativa o positiva. Pues estos sonidos nos dicen en que lugar podemos vivir y morir, y en que lugar no debemos vivir y mucho menos morir.
    Siendo a poco que se investigue, apreciable lo dicho, pues vemos que allí donde se tiene un Airón o una catedral, los sonidos son (Selers), y en otros sitios que mejor los callemos estos sonidos son (Fosers), cosa que hasta las aves captan.
    So. Andrés Castellano Martí

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